Fundada por los xochimilcas, pueblo indígena prehispánico que se asentó en la zona, Xochimilco que significa “tierra sembrada de flores”, es hoy una de las 17 demarcaciones territoriales de Ciudad de México, y un oasis en la megaurbe de 22 millones de habitantes, ajeno al bullicio del resto de la ciudad, e ideal para pasear tranquilamente visitando sus mercados o para navegar en las “trajineras” por los canales rodeados de flores y huertos.
Patrimonio de la Humanidad desde 1987, Xoximilcó se formó con el esfuerzo de los xochimilcas, pueblo que se dedicaba a la agricultura, cultivando flores y verduras sobre las “chinampas”, huertos sobre las aguas de lagos y lagunas, que construían echando tierra y hojas, barro, ramas, cáscaras, etcétera, sobre troncos atados.
Entre estas porciones de terreno que iban creando, dejaban los canales para poder transportar las cosechas en canoas.
Tras la conquista en 1521 de la ciudad de México-Tenochtitlan por Hernán Cortés, Xochimilco se convirtió en la gran proveedora de frutas, verduras y flores a la capital, llegándose a enviar cerca de mil canoas al día durante en las décadas posteriores.
Una de las cosas más típicas y coloridas de Xochimilco, son las “trajineras”, embarcaciones de madera, ornamentadas y de colores muy llamativos que, aunque usadas desde la antigüedad para el transporte de mercancías, pasaron a ser recreativas a finales del siglo XIX, cuando las clases privilegiadas de la ciudad empezaron a alquilarlas para dar paseos por los canales.
Para proteger del sol y hacerlas más cómodas, se les empezó a poner techos y sillas con mesas, y se comenzó a adornarlas con flores y ramas, y a montar los arcos con los nombres de las novias o esposas a las que se agasajaba.
Hoy en día hay más de 100 kms de canales en Xochimilco, entre parajes bonitos y de una belleza incomparable, pero también hay sitios curiosos como la “Isla de las Muñecas”, antiguamente propiedad de un hombre solitario llamado Don Julián, que un día comenzó a colgar cabezas de muñecas de las ramas.
Un sobrino suyo que heredó los terrenos, convirtió la isla en una atracción turística, ideando un recorrido en trajinera, curioso y al mismo tiempo siniestro, por la vista de las cabezas de las muñecas colgando.
Con varios embarcaderos de fácil acceso, las trajineras se pueden alquilar por horas, y durante el recorrido se pueden tomar bebidas y degustar platillos mexicanos, muchos ofrecidos por comerciantes en barcas que navegan por los canales y, además de transportarse al pasado mientras se navega por estas tierras centenarias, disfrutando de la vida silvestre y las flores, con mucha suerte también podreis ver algún “ajolote”, un prehistórico anfibio mitad pez mitad lagarto, que solo se encuentra en Xochimilco, y que está en peligro de extinción.
Un sobrino suyo que heredó los terrenos, convirtió la isla en una atracción turística, ideando un recorrido en trajinera, curioso y al mismo tiempo siniestro, por la vista de las cabezas de las muñecas colgando.
Con varios embarcaderos de fácil acceso, las trajineras se pueden alquilar por horas, y durante el recorrido se pueden tomar bebidas y degustar platillos mexicanos, muchos ofrecidos por comerciantes en barcas que navegan por los canales y, además de transportarse al pasado mientras se navega por estas tierras centenarias, disfrutando de la vida silvestre y las flores, con mucha suerte también podreis ver algún “ajolote”, un prehistórico anfibio mitad pez mitad lagarto, que solo se encuentra en Xochimilco, y que está en peligro de extinción.